Unión Democrática de Cataluña (UDC; en catalán, Unió Democràtica de Catalunya, o simplemente Unió) fue un partido político español de ámbito catalán, que existió entre 1931 y 2017. Fue uno de los dos socios de la federación de partidos Convergència i Unió (CiU), junto con Convergencia Democrática de Cataluña, hasta la disolución de CiU en junio de 2015.
Se describía como un partido nacionalista catalán y democristiano, y defendía un catalanismo de centro y moderado pero sin renunciar explícitamente a la independencia, ya que abogaba por constituir un Estado confederal en España compuesto por entidades soberanas (entre ellas Cataluña) que pudieran llegar a independizarse. Tenía alrededor de 3500 afiliados y simpatizantes. Su último presidente fue Josep Antoni Duran i Lleida.
La mayoría de los miembros del nuevo partido político procedían del carlismo, al que habían decidido abandonar porque la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista adoptó una posición ambigua en relación con el Estatuto de Autonomía de Cataluña, formalmente favorable pero muy reticente en realidad por el carácter laico del texto;[6] y de Acció Catalana, partido que abandonaron algunos militantes por su voto favorable a la Constitución republicana, en especial a aquellos artículos que consideraban incompatibles con sus opiniones religiosas; aunque también se incorporaron otros grupos menores de militantes provenientes de la Liga Regionalista o incluso de Esquerra Republicana de Catalunya.
Por otro lado, el nuevo partido rápidamente estableció vínculos con el minoritario sindicato Unió de Treballadors Cristians de Catalunya, también de inspiración cristiana, fundado en 1934.
El 17 de julio de 1936 tuvo lugar un fallido golpe de Estado militar, que en Barcelona tuvo su repercusión al día siguiente, 18 de julio, y que, tras fracasar, abrió paso a la guerra civil española. La situación política dejó a Unió Democràtica de Catalunya en una difícil posición. Por un lado, al proclamar su fidelidad al régimen republicano y mantener su ideario nacionalista catalán, el bando sublevado los colocó automáticamente en la situación de enemigos de su régimen. Por otro lado, el hecho de profesar un ideario católico les hacía sospechosos ante los sectores obreros que apoyaban al Gobierno republicano. Por este motivo, los militantes y dirigentes de Unió Democràtica de Catalunya fueron perseguidos en el territorio que quedó en manos gubernamentales, especialmente por exaltados anarquistas. Algunos de sus dirigentes, como Francesc de Paula Badia, fueron asesinados.
Otros dirigentes prefirieron trasladarse al País Vasco, cuyo Gobierno, en manos de un partido con un ideario similar, el Partido Nacionalista Vasco, se había alineado también a favor del Gobierno republicano. Fue el caso, por ejemplo, de Manuel Carrasco Formiguera, uno de los más significados dirigentes del partido. Desde allí, en colaboración con el ministro del PNV Manuel Irujo Ollo trabajó para intentar lograr normalizar las relaciones entre el Gobierno republicano y la Santa Sede.
Sin embargo, Manuel Carrasco Formiguera fue hecho prisionero al ser abordado su barco por buques de guerra de la Marina de los sublevados, siendo condenado a muerte en juicio sumarísmo y fusilado en Burgos en abril de 1938, al igual que fueron represaliados otros militantes del partido.
Tras la caída de Cataluña en manos de los sublevados, la mayoría de los dirigentes del partido optaron por el exilio, en su mayor parte en Francia.
Dictadura franquista
Desde el mismo final de la guerra civil y del inicio del franquismo, algunos de los dirigentes y militantes que habían permanecido en España, junto con algunos exiliados que fueron de los primeros en regresar, se dedicaron a la reconstrucción del partido, en la clandestinidad, siendo así uno de los partidos de oposición al franquismo. En esta línea destacaron políticos como Miquel Coll o Joan Baptista Roca, entre otros.
Las actividades de la reconstruida Unió Democràtica de Catalunya se centraron en temáticas culturales, relativas a la lengua catalana o la Historia de Cataluña, aunque participaron igualmente en los primeros intentos de coordinación de los partidos democráticos de oposición al régimen franquista, como el Consell Nacional de la Democràcia Catalana, fundado ya en 1944. Por otro lado, militantes del partido, como Maurici Serrahima, tomaron parte en las redes de evasión de perseguidos por la Alemania nazi o la Francia de Vichy, así como de militares Aliados, especialmente aviadores derribados, ayudándolos a transitar de la frontera francesa hasta la portuguesa, desde donde podían dirigirse hacia el Reino Unido o los Estados Unidos.
Según el Tribunal de Cuentas, en 2011 UDC tenía un patrimonio neto negativo de 11.288.910 euros.[9] Por otro lado, en 2013 el partido reconoció judicialmente su culpabilidad por corrupción en el caso Pallerols, al asumir junto a sus exdirigentes Lluís Gavaldà, Vicenç Gavaldà y Santiago Vallvé la sustracción de 388.483 euros destinados por la Unión Europea a formación para desempleados.[10]
Sin embargo, la crisis que acabaría con la disolución del partido se desencadenó debido a las diferencias entre las direcciones de UDC y CDC con respecto al proceso soberanista iniciado en 2012. El 14 de junio de 2015 UDC realizó una consulta a su militancia en la que la dirección pedía poner límites a la apuesta independentista de CDC y los militantes decidieron apoyar a la dirección con un ajustado 50,9 % a favor,[11] lo que supuso de facto la división del partido en dos. Tras el ultimátum de CDC a UDC para que esta última se sumara a la hoja de ruta independentista,[12] todos los miembros de UDC abandonaron el gobierno catalán, entre ellos la vicepresidenta y otros dos consejeros, además de diversos cargos altos y medios. Pese a ello, aseguraron que UDC mantendría la federación con CDC.[13] Finalmente, el 18 de junio UDC dio por rota la federación Convergència i Unió (CiU) cuando anunció que se presentaría en solitario a las elecciones. Esta decisión llevó a una gran escisión y muchos miembros, algunos destacados como Joan Rigol y Núria de Gispert, que ya habían mostrado su desacuerdo con la dirección del partido,[14] se agruparon finalmente en Demócratas de Cataluña, en apoyo a la independencia de Cataluña.[15]
En las elecciones al Parlamento de Cataluña de 2015 UDC no obtuvo representación, como tampoco la obtendría unos meses después en las elecciones generales. Esto ahondó la grave crisis que ya experimentaba el partido, al dejarlo carente de representación parlamentaria y sin posibilidad de acceso a subvenciones públicas.
En septiembre de 2016 el juzgado mercantil decretó que la formación tenía una deuda de 22,5 millones de euros y admitió unos activos de sólo 5,8 millones de euros. Una vez iniciada la fase de liquidación, el administrador concursal valoró los activos del partido para valorar qué parte de la deuda se podía pagar a los acreedores de la formación. El 24 de marzo de 2017 el comité de gobierno de UDC se reunió con un solo punto en el orden del día: acatar el auto de inicio del proceso de liquidación, dictado por el Juzgado Mercantil número 4 de Barcelona en el marco del proceso concursal iniciado a petición del partido, lo que automáticamente supuso el cese de la actividad y afrontar la disolución. Con este acatamiento, el comité dio por agotado su mandato, decisión que hizo extensiva al resto de órganos territoriales y sectoriales del partido.[3]
En junio de 2017 se presentó públicamente en Barcelona el nuevo partido Units per Avançar, promovido por antiguos cargos de UDC y otras personas de su entorno,[16] que en su convención fundacional propuso formar una alianza electoral junto al PSC y otros sectores del catalanismo no independentista.[17]
↑Matas Dalmases, Jordi; Reniu Vilamala, Josep Mª (octubre de 2003). «La política de las coaliciones de Cataluña». Revista Española de Ciencia Política (9). pp. 83-112. Archivado desde el original el 28 de septiembre de 2015. Consultado el 25 de agosto de 2015.